jueves, 6 de abril de 2017

Navigium Isidis


Marini (Mariniara), de 12 años de edad, vestida con una túnica blanca de lino y con una corona hecha de de flores silvestres, está nerviosa e ilusionada. Acompañada de su madre, Marini ha ido esta mañana a recoger flores silvestres para hacer la corona que ahora luce, a la ladera de un monte cercano, desde donde hay unas vistas impresionantes de la ensenada, la playa y la ciudad. Ahora mismo la procesión está a punto de comenzar. Marini se encuentra justo en el dintel del Templo esperando a que el cortejo eche a andar. Es media tarde de un precioso día del mes romano Nizam. Esta noche hay luna llena, la primera tras el equinoccio de primavera.  Corre el año 154 de nuestra era (calendario gregoriano). Es la primera ocasión en que Marini participa en la procesión y la han escogido para que vaya tras los magistrados y sabios del Municipium de Baelo Claudia esparciendo  pétalos de flores a las calles, abriendo así el cortejo procesional de la Diosa Isis. Tras ella desfilarán hombres y mujeres con máscaras portando velas de cera encendidas y otros quemarán inciensos. Su padre, el padre de Marini, suele participar en este cortejo, pero en esta ocasión y estrenando el año marítimo, ha sido de las primeras tripulaciones en atravesar el mar en esta nueva temporada y llegar a la amiga ciudad romana de Tingis, llevando a bordo una preciada carga de garum. La procesión continuará con varias personas haciendo sonar los sistros y por último los sacerdotes portarán sobre sus hombros, sobre una parihuela de madera, la esfinge de la Diosa de los diez mil nombres, la Diosa de los Dioses, la Diosa Egipcia Isis que ha sido adoptada como Diosa Romana, a fin de cuentas Isis es la Diosa del todo, del mar, de la fecundidad…   y asiste a sus hijos allí donde se encuentren dentro del gran arco del Mare Nostrum. Con el retumbar del ajetreo de las voces de la multitud, las trompetas que hacen sonar, los tambores y el tintineo metálico de los sistros, a la joven  se les escapan algunas que otras lágrimas de emoción. Marini ya imagina como será la ofrenda floral que la hermana de su madre tiene preparada hacer cuando la Diosa llegue al cruce de decumanus con cardo, allí donde se encuentra el gran foro y que es donde se espera se aglutine la mayor parte del público que aprovecha una de las pocas oportunidades que tienen en el año de ver la estatua de la divina Diosa. Su marido está muy enfermo y ella confía en que la ofrenda le puede ayudar a sanar.  Acompañarán después a la Diosa al puerto donde embarcará en una embarcación bellamente engalanada y navegarán durante algún tiempo por las aguas en calma de la bella ensenada y dejarán en sus aguas del mar múltiples ofrendas. Después retornarán y subirán las calles  hasta llegar a lo más alto de la ciudad, cerca del anfiteatro y dejarán a la Diosa dentro de su Templo recién construido al lado del Gran Templo, donde reside la Tríada, donde reinan Júpiter, Juno y Minerva. Pero para eso quedan aún varias horas. Todo es júbilo en el día de hoy. Hoy es un día feliz de primavera. Comienza la procesión. Mariniara alza la cabeza y dentro del cortejo comienza a andar, parsimoniosa, arrojando flores a un lado y a otro mientras sonríe ligeramente.
Diecinueve siglos después, María, que también cuenta con doce años de edad, se encuentra en una Iglesia delante del paso de Nuestra Señora de los Desamparados. Ya ha salido el paso de Cristo y el cortejo de los nazarenos de la Virgen ya comienzan a desfilar por la calle Águilas. Se escucha lejana, en la calle, al fondo, la marcha para cornetas y tambores “Saeta”,  esa que versiona la canción de Serrat y que a su vez recoge el poema de Antonio Machado dedicado al Cristo de los Gitanos, ese poema en el que le habla al Jesús de la provincia romana de Judea que es capaz de andar sobre las aguas del mar, no al que muere crucificado en un madero en cruz.  Éste año, María,  está radiante de felicidad ya que porta la naveta y su misión es rociar los carboncillos ardientes que mueven los acólitos, con los  magníficos granos de incienso que llevan dentro del recipiente de plata.  La Virgen, lacrimosa,  le mira desde arriba de su paso, así le llaman en la bética ciudad de Hispalis que con el tiempo se llegó a llamar Sevilla, a esas parihuelas grandes donde además de portar a la Diosa en sí, portan todo un altar de flores y ceras encendidas. El padre de María es más bien de baja estatura, por eso tiene la suerte de poder ser costalero de la primera trabajadera del palio, lo cual significa que de vez en cuando durante la procesión María podrá mirar hacia atrás y a través de los respiraderos verá los ojos de su padre mientras lleva sobre su cuello el peso de una historia muy antigua, muy bella, que ha ido innovando con el transcurrir de los años y que ha sido secuestrada por ritos de otras religiones, sí, siempre las religiones detrás de los nombres, de los usos y de las costumbres, de las celebraciones de días como los de hoy. María,, llegará con la cofradía siete horas después, ya de noche, de regreso a la Iglesia de San Esteban. Llegará físicamente exhausta pero feliz, inmensamente feliz, ya que habrá cumplido un año más con el ritual por excelencia de la primavera, del renacer de la luz y del calor, de la siembra, del comienzo de la época de pesca… en una palabra: el ritual de la primavera. Estamos en el año 2.017 del calendario gregoriano, pero seguimos haciendo las mismas cosas de siempre y sentimos de igual modo las emociones. Este año no iré a ver procesionar a  Isis por las calles de Baelo Claudia, ¡ya me gustaría!, pero hace ya muchísimos años que ese pueblo fue abandonado. Ahora en Bolonia sólo quedan los restos de la ciudad donde vivía Marini. Este año iré a ver, entre otras, la procesión de San Esteban, en Sevilla, donde coincidiré con María y con Mariniara, que de una u otra forma estarán allí presentes para no faltar a la cita con la tradición. La cita con los sentimientos, con la belleza, con la sesibilidad, con la sensualidad de la Diosa Madre, de la que todo nace. En la que todo acaba.  

Quique Macía

Abril de 2017

Código de registro: 1704061624173 (Creative Commons)
: 06-abr-2017 16:26 UTC






domingo, 7 de junio de 2015

Ensayo de César Rina acompañado de fotografías de Quique Macía

Rebuscar un poco en el fondo de los bolsillos de la gran fiesta de la llegada de la primavera; la Semana Santa en Sevilla. Magnífico ensayo sociológico sobre un rito único. César necesitaba una visión fotográfica para ilustrar el ensayo y ha querido contar con la mía. Espero disfrutéis leyendo y viendi.

 http://www.fronterad.com/?q=primavera-y-semana-santa-en-sevilla-geografia-rito-contemporaneo-muerte-y-resurreccion

lunes, 22 de julio de 2013

Burla a la imparmanencia

Clica para escuchar: To tango tis nefelis


"Lo único permanente es la impermanencia"


  
Recuerdo esa frase, esa máxima, ese axioma que a modo de haikú sintoísta me lo repito una y otra vez. Parece que últimamente me doy cuenta de forma más evidente de todo lo imparmente, de que lo único que prevalece es el cambio de las cosas, incluyendo en el significado de la palabra "cosa" a las personas, a los sentimientos, a las emociones, a los caminos, a los árboles, al mar, a los alimentos, al esfuerzo, al movimiento, al silencio.... todo está tocado por la varita mágica del reino de lo fugaz, de lo efímero, de lo perecedero. Es sólo cuestión de tiempo. Y éste suele ser breve.

En todo ello, afirmar a contracorriente que efectivamente pueda existir algo definitivamente permanente, indestructible, impermutable, es como enrocarse para salvar a la desesperada al rey, perdiendo seguramente la torre. Existe algo indiscutiblemente permanente: la imparmanencia.

En el enroque aparece misteriosamente una fotografía la cuál, entre nostalgias no sólo fruto de la mente, sino  de esas nostalgias del alma, que son las auténticas, nos viene a animar a desafiar a la máxima inamovible y a poner en tela de juicio el pensamiento de Heráclito de Éfeso: "En los mismos ríos entramos y no entramos, [pues] somos y no somos [los mismos]." (ποταμοῖς τοῖς αὐτοῖς ἐμβαίνομεν τε καὶ οὐκ ἐμβαίνομεν, εἶμεν τε καὶ οὐκ εἶμεν τε).  

Pero la aparición del recuerdo encendido por la llama en forma de imagen fijada sobre papel químico, nos hace pensar que tal vez es posible volver a bañarnos de nuevo en aquél río.... Estamos enrocados, tenemos a salvo el rey, podemos seguir jugando.
 
¿Será la fotografía no sólo el percutor que inicia la chispa de una serie de millones de conexiones nerviosas en nuestro cerebro que desembocan en la sensación del recuerdo? ¿Será, además, la prueba indiscutible que podamos esgrimir para demostrar que lo que ha sido, es ahora y mañana podrá ser también?

¿Será también la fotografía sólo algo menos efímero que la realidad?

Disfrutemos del enroque y de lo que nos queda de partida.







Το χρυσό κουρέλι
που στα μαλλιά της φόραγε η Νεφέλη
να ξεχωρίζει απ'όλες μες στ'αμπέλι
ήρθανε δυό μικροί μικροί αγγέλοι
και της το κλέψανε.
Δυό μικροί αγγέλοι
που στα ονειρά τους θέλαν την Νεφέλη
να την ταΐζουνε ρόδι και μέλι
να μη θυμάται να ξεχνάει τι θέλει.
Την πλανέψανε.
Υάκινθοι και κρίνα
της κλέψαν τ'άρωμα και το φοράνε
κι οι έρωτες πετώντας σαϊτιές,
την περιγελούν.
Μα α καλός ο Διας
της παίρνει το νερό της εφηβείας
την κάνει σύννεφο και την σκορπά
για να μην τη βρουν.



domingo, 23 de junio de 2013

Imágenes plurales versus fotografía individual





Vivimos en una sociedad global, expansiva, plural, con siete mil millones de seres humanos de los cuáles, muchos de ellos, tienen cámaras y aparatos que captan imágenes. Al igual que otras actividades, la fotografía se ha popularizado. O mejor dicho; lo que se ha popularizado es la captura de imágenes y la visualización de dichas imágenes casi de cualquier manera.

Hace pocos fines de semana, en mi ciudad, una de las marcas punteras en equipos fotográficos, organizó algo así como una quedada para adeptos a ésta marca comercial y, por extensión, a todos los aficionados a la fotografía. Acudieron cientos y cientos de personas (dicen que dos mil seiscientos),  portando sus cámaras fotográficas la mayoría de ellas de la misma marca que la del sponsor y se dedicaron a… tomar imágenes. De qué?. Pues los organizadores también pensaron en ello: todos juntos a tal hora de la noche en tal sitio para fotografiar el río y al día siguiente, todo juntos, a tal hora de la mañana, en el puente para fotografiar a unas modelos ataviadas -¿cómo no?- con prendas típicas del folklore popular de mi tierra.

¿Qué podemos esperar de las fotografías de esos cientos y cientos de tarjetas de memoria de cámaras fotográficas cuyos objetivos están todos mirando hacia el mismo sitio, dándose la misma situación, la misma luz, disparando desde ángulos muy análogos y con la misma intención?

Desde pequeño, una de las cosas que más me fascina de la fotografía, es que me permite expresar sentimientos, sensaciones, circunstancias… desde un prisma absolutamente personal, propio, individual. La fotografía deja de ser “unaria” (1) cuando somos capaces de dotarla de algo que ninguna otra fotografía tiene en sí misma o puede despertar en los demás, cuando aporta ese “punctum” del que también habla Roland Barthes en “La Cámara Lúcida”. Y es desde esa mirada y desde aquello que despierta en el observador, cuando se puede comenzar a hablar de FOTOGRAFÍA, en mayúsculas, separándose del resto de millones de imágenes, haciendo esa dicotomía gramatical y conceptual entre imagen y fotografía. Podría añadir, además, que para terminar de completar los atributos de una fotografía, habría que “soportarla” sobre algo que no fuera una pantalla de dispositivos retroiluminados, es decir… pasarla a algún formato no electrónico. Me encanta ver una caja de galletas repleta de fotografías, en papel fotográfico, de revelado químico (recuerdo ahora la canción de Manolo García “… enséñame las fotos que guardas en tu caja de galletas…”) y me aburre soberanamente los “pases” ante el televisor de las imágenes del viaje de novios en Tailandia de los amigos que te invitan a cenar. Y si lo acompañan con la música de “Titanic”, entonces temo acabar bostezando.

¿Hacia dónde camina la fotografía? ¿Hacia qué perverso lugar repleto de miles de almas haciendo todas lo mismo, dependiendo siempre de poseer el último aparatejo electrónico que –hábilmente- las marcas comerciales no dejan de lanzar como primicias y de los que nos intentan crear la necesidad de poseerlos. Ahora, al menos, con esto de la crisis, la “fotografía contemporánea” (la otra cara de la misma moneda de la comercialización)  nos está dando un respiro. Ya no se montan exposiciones de fotografías gigantescas de campos yermos o de caballos bizcos asustados desenfocados y, lo que es más saludable; nadie intenta convencerte de que son obras de arte, de que es lo que se vende, lo que ahora compran los nuevos entendidos de arte y las galerías más afamadas y lo que deberíamos hacer nosotros sin más dilación: contratar los servicios de un “asesor artístico” y dejarte guiar por su experiencia. Cosa curiosa es que nunca he visto fotografías hechas por éstas personas que tanto saben –aparentemente- de lo que venden.

La popularización de la fotografía digital está llevando a un número inmenso de personas que se inician en ésta actividad a donde el mercantilismo quiere: hacia lo multitudinario y hacia lo comercial. Es decir, exactamente a lugares opuestos donde pienso deben estar los “artistas” (ojo que pongo la palabra –y el concepto- artista entre comillas) (2). Cada día más me tropiezo en la red con esas “qdd” para ir todos a fotografiar lo mismo. Cada día más me tropiezo en la red y dentro de su inmensa información con datos de características técnicas de un equipo que se diferencia de otro en cualquier pijotada electrónica remodelada. Y la gente traga. Y compra, Y queda. Y vuelve a comprar. Y qué obtiene? ¿Ratos de compañía? ¿Experiencias teleobjetivas a 12.600 ISO?

En cualquier caso, si no te ves identificado con ese prototipo de fotógrafo al que me refiero, enhorabuena, tal vez tengas algo que mostrar que ninguno hayamos hecho o hayamos visto. Y tal vez, ese algo no sea ningún super HDR reventado, pero de un sensacionalismo tan irreal como increíble. Y si eres de los de “qdds” y últimos modelos de cacharros “electrógenos” y con ello te sientes bien, pues perfecto, no hay ningún problema, disfruta. Realmente de eso se trata, de hacer cada cuál lo que piense que debe hacer, lo que le llene, lo que le satisfaga. Eso sí, nadie puede evitar mi cara de impresión al ver en las crónicas de los diarios de mi ciudad, el día después, no sólo una piña de cientos de fotógrafos apuntar hacia Carmen, la modelo de la mirada perdida retratada en la misma pose por dos mil seiscientos fotógrafos a la vez y desde el mismo ángulo, sino también la coletilla publicitaria que te viene a decir más o menos que si no tienes el último modelo de la cámara tal eres un pardillo.

No obstante, que los cruceros estén llenos de pasajeros y que aquella mañana el puente de mi ciudad estuviese cortado, tomado por un montón de gentes, son circunstancias previsibles y por tanto se puede contar con ellas. Y eso es bueno. Uno puede saber, en todo momento, donde está la multitud.

Luego, en casa, cuando revisas el trabajo fotográfico de un día cualquiera, sabes perfectamente si es posible que de esa fotografía tan magnífica que has captado, pueda haber o no multitud de similares disparadas por tus amigos de la quedada y que estaban a no más de tres metros de ti.

A todos los que comienzan y a los que no, me atrevo a daros no un consejo, sino una reflexión: Acierta en soledad, equivócate en soledad, experimenta en soledad…. Es más aburrido, pero aprenderás a fotografiar con eso que llaman “tu propio estilo”.



(1)   “Unaria”. Del libro “La cámara lúcida” de Roland Barthes. Se refiere al autor a la fotografía sencilla, repetida, que no aporta nada nuevo, nada especial, nada que conmueva.
(2)   “Artista”. Una vez escuché una reflexión sobre el concepto de artista. Decía así: “El que crea con las manos es un artesano. El que crea con las manos y con el cerebro, es un artífice. El que crea con las manos, con el cerebro y con el corazón, es un artista”.

lunes, 29 de octubre de 2012

La violación del arte


Apothéose de Degas [Apoteosis de Degas]
por  Walter Barnes
(1)




"El arte es un vicio. No se casa uno con él. Se le viola
- Edgar Degas - 


Ahí ando flirteando con esa esposa con la que nunca debería casarse ningún amante del arte -según el maestro impresionista- pero con la que, decididamente, todos terminan haciéndolo de una u otra forma. 

Cuando comencé a considerar la fotografía como posible manifestación personal y artística y comencé a indagar no sólo sobre técnicas, sino sobre fotógrafos, estilos, motivos, formas de manejar situaciones... lo cuál es mucho más interesante, nunca sentí esa llamada por forjarme un estilo propio... un ESTILO que te marque como fotógrafo. Sabía (y así lo sigo sintiendo) que si eso ha de ocurrir, ocurrirá, pero desde el principio de mis cuestionamientos presentía que "elegir" un estilo era dar la espalada de algún modo a los demás y si hay algo realmente hermoso en cualquier manifestación artística es ese devaneo que se puede (y que se debe) tener con todas las variantes que nuestro gusto y nuestro instinto acepta en un momento dado, aunque más tarde rechacemos.

Cuando veo la obra de Edgar Degas, yendo de la pintura a la fotografía (sí, digo bien....) pasando por la escultura y alternando técnicas y mezclándolas, e incluso me atrevería a decir, inventándolas, creo que no hice mal en no casarme pronto con ninguna técnica o estilo fotográfico en concreto. Así puedo seguir saboreando todo lo agridulce que todas las disciplinas fotográficas tienen. Y jugar. Y equivocarte. Y acertar. Y descubrir. E inventar. Y reinventar... Se trata de violar no ya el arte (no quiero entrar en discusiones sobré qué es el arte) sino de violar las normas, lo establecido... se trata de violar la mente de esas personas que dicen lo que está bien o está mal, lo que es aceptable y lo que no. Se trata de violar a la mente de los marchantes, de los críticos de arte, de toda esa cohorte de comerciantes y vividores que con sus prejuicios dan de comer a unos y matan de hambre a otros.

Esta mañana he estado revisando las críticas burlescas que recibían sistemáticamente las cuatro o cinco primeras exposiciones impresionistas (1874-1886). En una sociedad donde estaba inventado el arquetipo de la marca "arte pictórico", se veía de muy mal gusto que vinieran unos imnovadores e hicieran pintura a partir de lo que creían que era su antojo y capricho. Hay que saber ver que detrás de esas críticas lo que realmente había era miedo. Miedo a lo nuevo. Miedo a los demás. Miedo a perder un status... miedo a tener que reaprender. 

Nadar (Gaspard-Félix Tournachon) quien recibió en su taller de fotografía la primera exposición impresionista, decía algo así como que se puede aprender el manejo de la cámara y las técnicas fotográficas casi en una hora. Lo que no se puede aprender es a manejar la psicología de las personas retratadas para que aparezca en la imagen".

En éste punto en el que estoy, comienzo a considerarme como el conductor que, de pronto, conduce sin pensar qué función tiene cada pedal y que puede hacerlo -el conducir- de manera espontánea. Ello le permite pensar, escuchar, hablar, mirar... sin prestar atención a sus actos mecánicos. Es decir, se libera de la técnica "per sé" y la utiliza al servicio de sus necesidades.

A lo mejor al arte le gusta que se le viole. Son los beatos esposos del arte los que no lo admiten.




Madame Petipa. 1863. André Adolphe Eugène Disdéri




(1)
 
Apoteosis de Degas
1885
Revelado sobre papel argéntico colado 
sobre cartón a partir de un negativo vidrio 
plata-gelatina
9 x 11 cms.


jueves, 25 de octubre de 2012

La importancia de la no presencia


Cuando me enfrento (no refiriéndome a una acción violenta, sino a la simple complejidad de colocarme literalmente frente a frente) a atardeceres de esos que embellecen el alma aún cuando ésta esté sobradamente encallecida, lo hago siempre con una actitud algo ansiosa... sé que algo se me está escapando. Sé que existen matices que no estoy observando. Sé que mi mirada está siendo imcompleta. Y sé que debo permanecer tranquilo, casi sin respirar, si quiero que ello no ocurra.

Tal vez por eso, cuando dispongo de alguna cámara de fotografiar coincidiendo con algún inmenso atarceder, mis disparos casi siempre pretenden captar aquéllo que intuyo que mi mirada no puede retener.  Entonces fotografío instintivamente a baja velocidad, barriendo la escena de un lado a otro, como escudriñando con unos primáticos la búsqueda de algo realmente pequeño y huidizo... Y de alguna manera la imagen que capturo es, a la vez, mucho más simple y despojada de matices que aquello real que existe delante de mis ojos, pero al mismo tiempo, compleja, sumamente compleja, desnuda de detalles pero contenedora de secretos incompresibles. Tan compleja como los propios atardeceres. Compleja porque posee la amalgama de todos los colores y, sobre todo, de todas las sombras de la noche que aún no ha llegado.

En un pasaje de "El elogio de la sombra", Junichirö Tanizaki escribe: 

"Nuestro pensamiento, en definitiva, procede analógicamente: creo que lo bello no es una sustancia en sí sino tan sólo un dibujo de sombras, un juego de claroscuros producidos por la yuxtaposición de diferentes sustancias. Así como una piedra fosforescente, colocada en la oscuridad, emite una irradiación y expuesta a plena luz pierde toda su fascinación de joya preciosa, de igual manera la belleza pierde su existencia si se le suprimen los efectos de la sombra".





Nuevo otoño, nuevo proyecto



Ha llegado el Otoño. Ese otoño gris y lluvioso que tanto me atrae y me estimula. Una mirada interior, una mirada hacia uno mismo desde uno mismo. Y me pilla conduciendo -en lenguaje figurado- bajo la lluvia. Y me gusta.

Es tiempo de crear. Crear desde la conciencia, desde el reposo, casi desde el letargo. Es tiempo de crear autenticidades, verdades, realidades.

Comienzo estación con la vista puesta en Enero de 2013 donde expondré en La Casa del Libro de Sevilla "En tu planeta, desubicado y perdido" y alguna que otra historia.



http://www.flickr.com/photos/quiquemacia/8116053299/in/photostream

Pero también, en Noviembre, comienzo a dar forma física y material  a uno de mis dos grandes proyectos; BAILARINAS.


Con toda mi ilusión y mi energía me sumerjo en ésta época de oscuridad, de recogimiento, de penumbras, con la certeza de poder recoger una buena cosecha de todo ello.

"No hay ningún arte menos espontáneo que el mío. Inspiración, espontaneidad y temperamento me son desconocidos. Hay que repetir el mismo tema diez, incluso cien veces. En el arte, nada debe parecerse al azar, ni siquiera el movimiento" - EDGAR DEGAS -

No sé si estoy totalmente de acuerdo respecto al "desconocimiento" de la inspiración, la espontaneidad y el temperamento, pero sí lo estoy, cada día más, en que la captura del movimiento no debe confiarse al azar.... Es una buena frase, la de Edgar Degas, totalmente indicada para comenzar a trabajar.